Camino a la Muerte…
Dr.José Gregorio Hernández (1864 - 1919) |
El
domingo 29 de junio de 1919, pasado el medio día, el Dr. Hernández reposaba en
su casa en una silla mecedora, cuando un amigo pasó a visitarlo y a felicitarle
por el aniversario de su graduación. Este al verle tan regocijado le pregunta: ¿A
qué se debe que esté tan contento doctor?
A
lo cual, Hernández le responde con un brillo especial en la mirada: ¡Cómo no
voy a estar contento! – ¡Se ha firmado el Tratado de Paz! ¡El mundo en paz! – ¿Tiene
usted idea de lo que esto significa para mí?
El
amigo complacido con la respuesta, lo acompaño en su entusiasmo, acto seguido,
el medico se le acerca y en un tono íntimo le dice: Voy a confesarle algo: Yo
ofrecí mi vida en holocausto por la paz del mundo… Ésta ya se dio, así que
ahora solo falta…
El
doctor interrumpió su frase con un gesto radiante… Su amigo se alarmo un poco
por lo que había escuchado pero nunca imagino lo cerca que estaba de cumplirse
esa ofrenda.
José
Gregorio Hernández continuo sentado en la sala de su casa. Varios amigos habían
pasado a felicitarlo por su aniversario de grado. Él esperaba, como todos los
domingos, compartir la tarde en familia hasta que llegase la hora de la misa
vespertina. Era cerca de las dos de la tarde cuando varios golpes estremecieron
la puerta de madera de su casa, era un vecino alarmado, buscando al medico para
que atendiera a una de sus pacientes en la cuadra de Cardones. Una anciana de
escasos recursos que estaba gravemente enferma. El doctor no tardo ni un minuto en
salir al encuentro de la necesitada.
Debido al caso, el medico entro a la botica de Amadores y compro unas
medicinas. José Gregorio Hernández salió del mencionado lugar y al intentar
cruzar la pequeña calle para bajar hacia Cardones, fue golpeado por un
automóvil conducido por un amigo personal del doctor (Fernando Bustamante).
El
involuntario homicida, fue juzgado desde el mismo 29 de junio de 1919. El día 3
de julio de 1919 el juez del caso decreto la detención de Bustamante en la cárcel
pública. El día 4, tanto el implicado como los testigos declararon y
coincidieron que el suceso se debió a un infortunado accidente y que por parte
del acusado no había intensión alguna de causar daño.
El
proceso continuo, y el día 30 de aquel mes, un fiscal dirigió un oficio al juez
del caso, donde la fiscalía imputada el delito de homicidio por imprudencia y
solicitaba la pena corporal correspondiente. El 1 de agosto, la familia Hernández
envía un escrito al juez, aclarando que ellos no solicitaban castigo alguno
para el acusado. Para ellos, lo sucedido se debió a un accidente. Creían que lo
ocurrido en la tarde de aquel domingo 29 de junio de 1919, era la voluntad de Dios
y por tanto se conformaban con acatar el designio divino.
Este
noble gesto, llevó al fiscal a rectificar su petición y el 17 de noviembre le envía
un escrito al juez de la causa dejando por asentado que no existía culpabilidad
alguna sobre el acusado y solicitaba respetuosamente, con entera convicción que
el veredicto de Fernando Bustamante fuera absolutorio. El 2 de diciembre de ese
año, el expediente es remitido a la Corte Superior penal. El 11 de febrero de
1920, la corte confirmó la absolución y dispuso que se expidiera la respectiva
libreta de excarcelación.
Fernando
Bustamante estaba libre pero con la imagen de haber dado muerte a su amigo el Dr.
José Gregorio Hernández. Ese recuerdo lo acompañaría como una pesadilla el resto
de su vida. Bustamante falleció a los 90 años, el 1 de noviembre de 1981, día
en que la iglesia católica reserva a todos los santos.
Más Información en: http://cronicasdeltanato.wordpress.com/la-muerte-de-jose-gregorio-hernandez/
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